Mi amigo, mi hermano y su tristeza…mi tristeza
El día empezó muy raro, no me imaginaba lo acontecido. Como de costumbre fui a despertar a mis niñas para el colegio y me preparé para empezar el día de rutina, primero a remojarme con el ejercicio matutino, fueron 1950 metros en todos los estilos, dentro de lo rutinario, acabada la sesión me preparé para irme al trabajo, sentí el día frío y nublado como esos días limeños, lo sentí triste, no sabía que a cientos de kilómetros mi hermano, mi amigo le embargaba una gran pena.
Durante los primeros minutos en mi oficina recibí una llamada, me enteré de la partida de la progenitora de mi hermano, mi amigo, el silencio me invadió y muchos pensamientos se me cruzaron en un segundo, no me atreví a llamarlo, no quise ser presa de la melancolía, sentí una gran tristeza y lo acompañé en su dolor, yo lejos, pero en silencio respetando su dolor y compartiéndolo. Supongo que los vecinos del barrio se vuelven a encontrar, La señora Rita, la Señora Nery, Lubinda, El zambito, Don Santos Becerra, la progenitora de mi amigo mi hermano y tantos otros, me imagino que están enterándose de las últimas novedades de ese pueblito acogedor, con ese encanto norteño que es Máncora. Creo imaginarlos lejos de nosotros los mortales y ellos muy cerca contándose sus cosas, de lo mucho que ha cambiado nuestro pequeño terruño cuando fueron despidiéndose de nosotros. Nos hemos quedado aun con ese espíritu soñador que siempre nos inculcaron, esa amistad que siempre se profesaron y que por defecto se transmitió en nosotros sus hijos.
La progenitora de mi hermano mi amigo, la recordaré siempre frente a su incansable máquina de coser o dictando clases a las buenas mozas mancoreñas que estaban ávidas de aprender los secretos del arte del buen vestir femenino, no tenía complejos ni temores en transmitir toda su experiencia, un verdadero y hermoso espíritu solidario, el compartir.
Sus hijos son mis amigos, caminábamos juntos sin zapatos por las polvorientas calles jugando, fue una infancia hermosa, sin complejos, llena de una total libertad, respeto y humildad. Su Padre un señor que nos dejó cuando aun éramos muy pequeños, lo recuerdo por ser un enamorado del arte, de allí la vena artística de mi hermano mi amigo, a veces él no cree que tiene en sus manos un verdadero don, el don de escribir, aprendimos juntos a conocer a Vallejo, a García Marquez, a Vargas Llosa y Rulfo a Cortazar y tantos otros que con el transcurrir de los años se convirtieron en nuestros amigos de nuestras soledades. Recuerdo ese Máncora que dormía después de las 12 de la noche y nosotros en nuestra adolescencia nos sentábamos en el parque a escuchar nuestra música o a escuchar los programas culturales de las radios Colombianas, el destino quiso que tuviésemos los mismos gustos por la lectura, por los mismos ideales, siempre pensando dejar algo a nuestro Máncora.
Cada vez que viajo a Máncora, lo busco para platicar. Siempre hay tema de conversación, aun no hemos perdido ese espíritu soñador. Por ser amantes a la literatura estamos es un proceso de descubrir amigos con esas pasiones. Creo que somos unas especies en vías de extinción, somos víctimas del desamor por la cultura, de la videocracia, pero aun así no desmayaremos en ir contra la corriente, es la única forma de salir de esta pobreza intelectual que hoy nos invade con el avance tecnológico.
Actualmente mi hermano mi amigo ostenta el título de jefe en la Biblioteca Municipal de Máncora, quien mas que él para estar en ese lugar, es un Ricardo Palma, salvando las distancias, lo he ido a visitar en la biblioteca, me platica de sus planes, sus proyectos y me sorprende su vitalidad con que me cuenta lo que tiene en mente, eso me contagia y me llena de orgullo de contar con un amigo de ese barro, de ese espíritu que nunca lo abandona, sigue siendo el mismo, mi hermano mi amigo. Hace poco me comentó un término nuevo que espera pueda ser acuñado en la real academia de la lengua, “Analfabestias”, un término que hoy cobra mayor vigencia dada el desazón de los jóvenes por el alimento del alma: la cultura.
Nos separaba la panamericana norte a unos veinte metros de su casa a la mía, cuando planeábamos ir a la playa a jugar pelota nos silbábamos y nos asomábamos, y con algún gesto de manos nos poníamos de acuerdo y nos preparábamos, la playa nos esperaba, primero a jugar pelota con los amigos del barrio y luego a bañarnos, el mar era nuestro, Máncora aun no tenía el renombre como hoy lo tiene. A veces solíamos ir a correr por la playa y disfrutábamos de la brisa marina de esas playas vírgenes, cuanta añoranza, cuanta felicidad guardada, cuanta nostalgia. Nuestros primeros amores también disfrutaron de nuestras pasiones, conocieron de nuestros sueños, tal vez por un momento pensaron que éramos realmente especies en vías de extinción.
De vez en cuando nos encontramos en el Chat, los tiempos han cambiado, me informa las buenas nuevas y las malas también, espero volver pronto a encontrarme y trasmitirle mi pesar, aunque sea por un mero formalismo, él sabe muy bien la pena que siento.
El día que lo vuelva a ver, le daré un abrazo de hermano y amigo, acompañarnos por un momento y volver a recordar de nuestras infancias, de nuestras adolescencias, de nuestros amores, de nuestras tertulias matizadas con una cerveza helada, aun seguimos con nuestros sueños, queremos emular a los vallejos a los García Márquez a los Vargas Llosas… no es locura, es un sueño, aun no somos presa del facilismo, tampoco lo seremos, esperemos que nuestro sueño, el escribir nuestras vivencias se haga una realidad, particularmente no aspiro a que me lean…simplemente me quiero leer.
Amigo estoy contigo, mi madre ya tiene a su vecina de años a su lado y las veo platicando de las buenas y malas nuevas, me imagino los chismes que se han de contar y lo triste que se han sentir el habernos abandonado, están descansando … de nosotros.
Para mi amigo "Coco" Salas y su mamita que está en nuestro recuerdo y en el cielo