domingo, 14 de abril de 2013

Mi soledad y tu


Mi Soledad y tu

Una amiga en común fue quien hizo que avivaran los recuerdos, ella salía de una enfermedad muy prolongada y Lorenzo por muchos años no sabía el paradero de su amiga entrañable. Habían crecido y jugado juntos en el mismo barrio, pero en la adolescencia cada uno caminó por distintas aceras.

Se encontraron en cierta ocasión en la ciudad que los vio crecer durante sus adolescencias. Él cursaba estudios universitarios y ella se había dedicado al negocio de las prendas e vestir para damas y por su carisma tenía una vasta legión de clientes.

En cierta ocasión tuvo el atrevimiento de sacarle una cita a su amigo Lorenzo para ir de rumba a un salsódromo en Lima, cosa no usual para esa época donde el formalismo era la norma. Eran tiempos violentos, la subversión estaba en su mas alto nivel, pero a pesar de todo, pudieron acudir a un salsodromo en la Av. Alfonso Ugarte cerca a la casa del pueblo. Se divirtieron de lo lindo acompañados por unas cuantas guaranás, venían de una educación conservadora y a pesar de haber cumplido recien la mayoría de edad no se atrevía a probar licor por temor a las reprimendas de sus tutores.

Fue una noche de sonrisas y actualizaciones noticiosas, añoraban su terruño y en ese pequeño espacio bullicioso evocaron la tranquilidad que les regalaba ese inmeso mar norteño, su gente de piel quemada por el sol y de las calles polvorientas con el olor de la brisa marina, de esos silenciosos cangrejos que recorrían la orilla del mar ocultandose en sus reductos cuando alguíen osaba tomarlos. 

Después de esa cita nostálgica, se comunicaban por telefóno para conocer e intercambiar las novedades del lejano terruño. La internet aun no había llegado y la red social vigente era el hilo telefónico. Con el tiempo las frecuencias de comunicación se fueron perdiendo en el horizonte del tiempo.

Muchos años pasaron para volverse a encontrar. Lorenzo en una de sus visitas a su terruño preguntó a los amigos del barrio por la amiga, por Ivonne, algunos cambiaron su gesto risueño y alegre, el silencio fue el protagonista en ese momento. Lorenzo intuyó que algo triste había ocurrido. Ivonne estaba pasando por una penosa enfermedad, se encontraba en un tratamiento largo y doloroso. Una enfermedad silenciosa la había tomado y ella estaba luchando por su vida, se aferraba a ella porque tenía un esperanza que le alumbraba y era el motor de su vida, una niña de apenas ocho años. Lorenzo quedó pasmado por la noticia, quiso conocer su paradero pero fue inutil, nadie lo sabía solo su padre que mantenía el hermetismo y supimos entenderlo. Esa noticia quedó presente por mucho tiempo y Lorenzo deseaba ver a su amiga, transmitirle su compañía si en algo ayudaba amenguar el dolor de su enfermedad, se imaginaba el cambio de look producto de las sesiones de quimioterapia a las que se habría sometido. Por su carácter alegre, su sonrisa, sus sinceridades, sus simplonadas como solía comentar, no nos imaginábamos cómo estaba afrontando este reto a la vida, su vida. Por esa casualidades que el destino te regala, un buen día la hermana de Lorenzo, Rosario estuvo de visita en casa de Lorenzo y llegó a casa con la noticia de haberse encontrado con el hermano de Ivonne a unas calles de casa, Ivonne estaba viviendo en casa de su tía Angélica a dos calles de la casa de Lorenzo. La emoción fue grande, ávidos por ver a Ivonne, se planificó la visita. Fue grande la felicidad al verla, con los rezagos de la Quimioterapía pero con ese temple de ella, alegre y confiada que esa enfermedad no la iba a doblegar, empezó con sus bromas, decía que había ingresado a la universidad y que el look que tenía en ese momento, con el pelo corto era por su ingreso a la universidad de la vida, todos se contagiaron de ese ímpetu que le estaba poniendo a su adversidad y se llenaron de alegría, fue una noche de alegría, de risas y de mucho chisme. Así empezaron a frecuentarse y ver de su progreso, sus luchas internas. En una tarde Lorenzo llamó a Ivonne para saludarla y saber de ella, se llenó de emoción e impotencia, acababa de salir de una de sus sesiones de quimioterapia y con la voz adormitada le contestó y pudo entender en sus balbuceos que estaba luchando, las lágrimas invadieron a Lorenzo y la rabia acompañó al sentir la impotencia de no poder hacer nada por ella. Aprendió en ese momento que esa enfermedad no solo es de quien la padece sino también del entorno que te rodea, años después Lorenzo pudo revivir esa experiencia con dos seres muy queridos uno de ellos fué su padre.

Las visitas se hicieron mas frecuentes para ver los progresos de Ivonne, Lorenzo se sorprendía de esa fuerza interior de Ivonne. Luego entendió que esa fuerza se la daba Valery su hija pequeña, aun no entendía de dimensión de crisis de su progenitora. 

Ivonne subió el primer peldaño de vida, superó su crisis inicial, la batalla iba ser dura, de por vida, pero volvió a encontrarse con los suyos sus amigos, Lorenzo aprendió en este corto tiempo, esos regalos que la vida te da, lo hermoso que es vivir en salud. Años después Ivonne se convirtió en asesora familiar, el padre de Lorenzo fue diagnósticado de ese mal moderno en una etapa avanzada solo unos meses mas el padre de Lorenzo los acompañó. Ivonne fue el soporte emocional de la familia, Lorenzo quedó en deuda de por vida, rios de lágrimas corrieron en el interior de Lorenzo por este dolor, volvió a sentirse el ser mas miserable, muchos recuerdos renacieron, Lorenzo sintió su soledad a flor de piel, ausente de progenitores, víctima de la tristeza sin poder disipar su dolor, esa fue la soledad que lo acompañó y lo acompañará...

Ivonne continuó con sus progresos y su nuevo estilo de vida, cada vez que se encuentran ambos recuerdan esos momentos de angustias y tristezas, el vínculo de amistad creció a pesar de las soledades.