domingo, 8 de diciembre de 2013

Máncora, Bendecido por Siempre


MÁNCORA, BENDECIDO POR SIEMPRE Y EN ESPERA DE SU JUSTA REIVINDICACIÓN

El título del presente artículo obedece al deseo de dar relieve a las riquezas naturales que Máncora ha tenido desde siempre y que en gran medida han contribuido al erario nacional y regional, reafirmando su histórica participación y en la actualidad su importancia turística, mezclados con el deseo justo, de lograr su reivindicación.
Debo primero manifestar que discrepo respetuosamente con aquellos que dicen que Máncora tiene espacios definidos muy diferentes como la hacienda Máncora y el hoy distrito de Máncora, y por tanto hay que hablar por separado de Máncora, no mezclando las cosas, incluso que las proyecciones que se tengan a favor de su beneficio deben primero observarse para no incurrir en error alguno. Criterio que no toma en cuenta y olvida que ya como hacienda o distrito existe un denominador común que es su nombre.
Paso a explicar mi opinión. La hacienda era un territorio validado jurídicamente en la época colonial ya que se le adjudicaba previa cancelación de su valor a un español que lo solicitaba a través de un juez de tierras para hacerse cargo de dicho espacio geográfico  y de lo que en él se  producía para contribuir con sus tributos al sostenimiento de la corona. En el particular caso que venimos tratando, el Juez Dávalos Maldonado otorga en 1629 las tierras eriazas y realengas de Máncora ubicada entre los ríos Tumbes y Chira a su primer propietario, el militar español Martín Alonso de Granadino y así quedó hasta muy entrado el siglo XX.
Ahora, los distritos, provincias y departamentos son espacios que tienen su génesis en la era republicana puesto que  después que se proclama la independencia del Perú en 1821, la división política del país se establece de esta manera. Por tanto, es fácil entender que una cosa es hacienda y otra es distrito.
 Dicho lo antelado, sostengo que el asunto es el nombre. ¿Porque es que aun extenso territorio situado entre los ríos más caudalosos de la costa peruana como el Tumbes y el Chira, se le puso ese nombre: Máncora?
Baltazar Martínez de Compañón, obispo de Truxillo del Perú, hizo en el siglo XVIII- hacia 1783- que sus cartógrafos definan el partido de Piura y en uno de sus mapas se aprecia claramente que entre ambos ríos solo se hubiera señalado claramente un poblado, Máncora. Al poner el poblado de Máncora al lado de su escorrentía entonces creemos que fue el centro que desde muy antaño ejerció poder en tan vasto territorio. A la luz de las investigaciones que de Máncora estamos haciendo, reiteramos que el inmenso espacio que mencionamos tuvo por así decirlo una especie de propiedad a favor de un hombre que pudo ser un principal, un cacique o alguien parecido que tenía  poder sobre todo lo que hubiera en dicho gran espacio geográfico.
Colegimos ahora que el  nombre de ese  territorio fue respetado por los españoles  pues no nos olvidemos que Máncora fue parte del territorio Tallán, cultura ancestral pre inca, tal como lo señalan   historiadores cuyas fuentes documentales fueron los cronistas de la conquista o en el caso de los arqueólogos cuyas  prospecciones realizadas en el entorno regional los han hecho arribar a estas conclusiones, que Máncora fue Tallán.
Máncora es la españolización del Mancura Tallán tal como lo sostiene el reconocido Arqueolinguista piurano Rudy Mendoza Palacios, quien sostiene que el segmento toponímico URA tiene que ver con el elemento natural agua y el MAN o MAM con el Sec Colán padre, lo que podría explicarse como padre del agua, quizá por el agua de su quebrada conocida hoy como Fernández y el mar prodigioso que lo baña. Recordemos que entre el Tumbes y el Chira la única quebrada que abastece a su propio pueblo con agua es la quebrada Fernández, debido a  su riquísima napa freática cuyo volumen, incluso, alcanza para compartir abasteciendo al vecino distrito de Los Órganos. Además no  olvidemos que los nombres originarios de varios pueblos de Piura tienen toponimia tallán como Sechura, Catacaos, Colán, Piura, Poechos, etc.

Finalizo la introducción  diciendo que, pasando la era colonial, Máncora siguió como hacienda y después de 87 años de proclamada la independencia, recién alcanza el status de distrito de la provincia litoral de Paita. Pero su nombre siguió siendo respetado, Máncora, porque ese nombre se le atribuyó al naciente distrito cuya capital sería el pueblo de Pariñas, tal como lo señala la Ley de creación N° 818 del 14 de noviembre de 1908.
Todo el territorio del distrito de Máncora desde 1908 hasta 1956 era lo que hoy  en día es la totalidad territorial de la provincia de Talara y por tanto creo que decir que hay que diferenciar  los espacios de hacienda y distrito, es poner en minúsculas el nombre de Máncora y más aún cuando se esgrime que debe tenerse cuidado con sus proyecciones  olvidándose la gran riqueza  que de él se desprende.
Discrepada la posición de quienes dicen que hay que diferenciar los territorios, con los argumentos históricos aquí expuestos, pasamos ahora a enumerar las riquezas que ha  aportado Máncora, y que sustenta lo dicho, que esta tierra es bendecida por siempre.
Primero hablemos del carbón.
El carbón vegetal producto de la quema del portentoso algarrobo de sus campos, se embarcaba en las playas de Máncora entre los siglos XIX y hasta muy entrado el XX para movilizar las grandes máquinas a vapor como ferrocarriles y barcos. Hacia el Callao por la vía de Paita  o Guayaquil era llevado el carbón para su comercialización. Grandes embarcaciones acoderaban en su rada y en balsas se llevaban el carbón hasta depositarlos en las  bodegas de los barcos, para luego ser trasladado hasta su destino final. El carbón fue una industria muy lucrativa pues era el combustible para el transporte de personas y cargas. La Aduana del Perú, cobró a favor del erario nacional impuestos y tributos por este concepto en grandes cantidades.
Si hablamos del petróleo, empezaremos diciendo que en Zorritos cuando se explota el primer pozo petrolero de Sudamérica en  el siglo XIX, esta localidad tumbesina pertenecía a la hacienda Máncora y que como ya lo dijimos en anterior artículo, cuando se agota el petróleo en Zorritos su explotación se traslada  hacía el sur en los predios del distrito de Máncora desde 1908 en adelante, sin dejar de decir que las secciones de la Brea y Pariñas pertenecían a la hacienda Máncora, desde la época colonial. Máncora tuvo petróleo, ya como hacienda, ya como distrito y por ello es que hoy reafirmamos que debe dársele una justa distribución del canon petrolero, pues a mérito de los sólidos considerandos que se esgrimen y por la territorialidad recortada, se debe resarcir de esta manera a nuestro distrito.
Brevemente hemos tratado del carbón y el petróleo, ahora hablemos de la pesca.
La pesca ha sido un rubro industrial, económico y laboral muy importante de Máncora, pero lamentablemente muy  venida a menos desde hace muchos años por la sobre explotación de su riqueza ictiológica en la que confluyeron intereses económicos particulares muy fuertes y la permisividad  de funcionarios venales del estado que permitieron la liquidación de la gran biomasa  de su archiconocido banco marino de Máncora.
En los años dorados de la pesca, Máncora generó fabulosas cantidades de extracción hacía la mitad del siglo XX exportándose Pez Espada, Pez Aguja, Tuno, Barrilete, etc., a diferentes países de América y Asía. Entre 1956 y los años setenta incluso había Aduana Marítima en nuestro distrito, lo que revela la recaudación de impuestos y tributos por este rubro, pues la instalación de un puesto de control aduanero no significa otra cosa que recaudación de dinero a favor del estado y por tanto no es gratuita su permanencia en ningún lugar, si es que no tiene este propósito.
Conocido entonces el gran aporte a la caja fiscal del Perú, ¿que nos queda ahora como principal fuente económica? Sin lugar a dudas, el turismo.
Máncora es un polo de desarrollo turístico y desde esa óptica y pensamiento se debe trabajar para dar sostenibilidad en el tiempo a esta actividad. Tiene Máncora hermosas y limpias playas, una gastronomía exquisita, ofrece además turismo rural y ecológico y en cuanto más turistas lleguen aquí, entonces más turistas llegaran a otros destinos cercanos buscando conocerlos como Los Órganos, Cabo Blanco, Lobitos, Negritos, Catacaos, Punta Sal, Zorritos, La Cruz, Puerto Pizarro y Tumbes y es por ello que reiteramos que es un polo de desarrollo pues atrae, invita y genera un inusitado movimiento económico y más aún, que no debemos olvidar que pertenece al circuito de playas del norte, del cual es su principal exponente.
Jorge Santayana dice que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla y por tanto al conocer lo que siempre hemos sido y aportado, nos llamará a coadyuvar en el cuidado de esta denominada industria sin chimenea, quizá la última oportunidad que tengamos para desarrollarnos como debe ser.
Lo nuestro no es chauvinismo, no es un desmesurado amor y apego a la tierra, pero a la luz de los hechos  nuestra  voz se alza fuerte para exigir la reivindicación histórica  que merece y por tanto debemos hacer propio el reclamo justificado por que a Máncora se le dé un trato justo en la distribución del canon petrolero, asignándosele mayores recursos económicos vía transferencia del MEF a su municipio para dar mayor sustento a su clara preeminencia turística ya que como hemos dicho, es indudablemente un polo de desarrollo que necesita indefectiblemente de atención estatal y capitales privados, pero también de hombres probos en el manejo de su diario devenir, pero asimismo de la unión de todos sus hijos y de quienes la eligieron por sentimiento y corazón.
Jorge Antonio Salas Arica.